sábado, 17 de mayo de 2014

La tierra desconocida

Un pescador alardeaba de haber descubierto una tierra desconocida. Todos le tomaban por loco. “Si ya está todo descubierto”, decía un anciano que ha visto mundo. Cada noche cogía su barca- cuando todo el mundo dormía y al único que se le escuchaba era al mar en su desvelo permanente-, y remaba hasta desaparecer en la inmensidad del océano. Por las mañanas, regresaba maravillado, deseoso de contar sus aventuras, pero nadie le quería escuchar. Él aseguraba su existencia, ninguno de los habitantes de la aldea le creía, no se les pasaba por la cabeza ni una mínima duda, salvo a un niño. Cierto día, antes de que se hiciera completamente de noche, el niño se escondió en la barca y se quedó sin querer dormido. A la mañana siguiente, el pescador volvió de su habitual viaje, el niño que aquella noche partió con él, sin que él lo supiera, ya no regresó nunca más. El pueblo quedó conmocionado con la desaparición del chico, culpaban al mar impetuoso de habérselo tragado. Aunque sabían que al mar no se le podía juzgar, ninguno se atrevía a ver más allá. Nadie creería que el niño estaba perdido en una tierra de mentira.


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